Maestro de grandes maestros tales como Iyengar, Patabijois, Indra Devi y Desikachar, quien también fuera su hijo.
«Lo que hacía especial a la enseñanza del Yoga de mi padre era su insistencia en asistir a cada individuo en su singularidad» explicaba Desikachar, su hijo y discípulo.
«Respetar a cada persona individualmente, significa que siempre empezaremos a partir de dónde se encuentra esa persona en este momento. El punto de partida nunca será las necesidades del maestro, sino las del alumno. Esto requiere de varios acercamientos diferentes, no existe un mismo acercamiento que sirva para todxs. El Yoga afecta la mente principalmente y la mente de cada persona es diferente”
Krishnamacharya escogía lo que era útil y necesario para cada persona: Āsanas, Pranayamas, hasta incluso suspender alguna práctica si era necesario. Era entonces cuando la sanación ocurría.
Con esto no se quiere decir que sólo se deban tomar clases personalizadas, pero sí crear cierta atmósfera en las clases grupales para que cada quién encuentre su propio camino.
Cada estudiante es diferente, y tampoco será el mismo la próxima semana».
La palabra sánscrita ‘vinyasa’ está compuesta por el prefijo ‘vi‘, que significa ‘variación‘, y el sufijo ‘nyasa‘, que significa ‘dentro de unos parámetros recomendados‘. Es decir, que el método Vinyasa, implica una serie de movimientos secuenciados a través de los cuales se pasa de un asana a otro.
El ritmo de dichos movimientos secuenciados está dado por la respiración del/la practicante. Así, movimiento y respiración se vuelven uno. Quien practica se mueve al ritmo de su propia respiración.
La atención se dirige a la respiración, y la respiración guía el ritmo de los movimientos. Mente, cuerpo y respiración se sincronizan y así se logra un enfoque real sin distracciones.
Respiración, movimiento y pensamiento se vuelven uno y como consecuencia de ello se alcanza, poco a poco, el estado de meditación.
Una práctica de Vinyasa Yoga es la sincronización de la respiración con el movimiento. Durante esta práctica entramos y salimos de cada asana, es decir, de cada postura, a través de diferentes y elaborados movimientos. Hay al mismo tiempo una transición dinámica entre una postura y la siguiente. La continuidad de la respiración es lo que nos lleva a ligar los movimientos de manera fluida, utilizándose la respiración Ujjay durante toda la práctica.
Nuestro estado mental influencia nuestra respiración y viceversa. Todo lo que sucede en nuestra mente influencia nuestra respiración. Por ello a través de la conciencia en nuestra respiración y logrando un control de ella podemos influir nuestra mente. Un cambio de patrón en la respiración influencia nuestra mente.
Estos movimientos sincrónicos entre una postura y otra, a través de la consciencia en la respiración trae múltiples beneficios en los niveles físico, mental y espiritual, tales como:
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Durante mis clases de Hatha Vinyasa Yoga se alternan momentos de Vinyasa propiamente dicha, y momentos de detención en un asana, sosteniendo las posturas durante una determinada cantidad de respiraciones, logrando así mayor estabilidad y fuerza en cada una.
Se hacen presentes aquí los principios de Sthira y Sukha de Patañjalí.
El sagrado Yoga Sutra de Patanjali dice: sthira-sukham asanam. Se trata del sutra 2.46 que es comúnmente traducido como “la postura (asana) debería ser estable (sthira) y cómoda (sukha)”
Lo que nos invita de alguna manera a trabajar sobre nuestras posturas hasta sentirnos estables y confortables en lugares nuevos, a aprender a conocer nuestros límites y respetarlos para luego poder salir de esa zona de confort a la siguiente práctica. Es un principio que no habla de aceptación, adaptación, esfuerzo y transformación constante.
Por lo general lo primero que se asocia con el Yoga es la parte física, pero la manera de sentir y experimentar las posturas y la respiración es mucho más importante que la forma externa.
Patanjalí explica que las cualidades del asana son STHIRA y SUKHA.
Sthira: significa firmeza y postura correcta.
Sukha: se refiere a la actitud de mantenerse cómodx en la postura.
Ambas cualidades deben estar presentes en la misma proporción durante una práctica de Yoga. Sin estas dos cualidades no hay asana. Se trata de estas alertas y relajadxs al mismo tiempo, por supuesto que esto es algo que se logra con la práctica.
Es normal al iniciarnos en esta práctica sentir dolor o molestia en alguna zona del cuerpo en determinadas posturas, la práctica progresiva de las posturas nos hace alcanzar Sthira y Sukha.
Y para lograrlo debemos comenzar por el principio. Y cuál es el principio para empezar con asanas?
Pues aceptar nuestro cuerpo tal cual está. La observación del propio cuerpo es el primer paso para cambiar rigidez y molestia por flexibilidad y comodidad para permitir un buen flujo de energía vital por nuestro cuerpo.
Así de poderosa es la práctica
Al lograr una postura estable y confortable nos vamos preparando para llevar ese aprendizaje a otras áreas de nuestras vidas.